En los últimos años las políticas europeas en materia de economía circular no cesan de crecer y de adquirir importancia en todo el continente. Sin embargo, lo cierto es que pasar del papel a la acción parece que todavía está resultando complicado para muchos de los estados miembros. Pero, ¿cuáles son realmente los países líderes en economía circular en Europa?
Desde Construcía somos conscientes de la necesidad de aplicar estas políticas y, a pesar de la numerosa legislación existente en materia de sostenibilidad, economía circular o toxicidad de los materiales, creemos que es necesario ir un paso más allá. Nuestros edificios circulares, diseñados y construidos bajo la metodología Lean2Cradle®, no solo cumplen con la normativa vigente, sino que lo hacen con aspectos que pueden ser potenciales normativas en el futuro.
En 2015 la Comisión Europea aprobó un plan de acción para impulsar la transición hacia la economía circular de Europa. Este plan incluía 54 medidas para “cerrar el círculo” del ciclo de vida de los productos y se centraba en 5 sectores principales, entre ellos, la construcción y demolición. En diciembre de 2019 se presentó el Pacto Verde Europeo, una hoja de ruta para transformar la economía europea en una economía moderna, eficiente en el uso de los recursos y competitiva. Dentro del Pacto Verde, en marzo de 2020, se aprobó el nuevo Plan de acción para la economía circular, con medidas para que empresas, autoridades públicas y consumidores adopten un modelo sostenible. Se centra en el diseño y la producción, con el objetivo de asegurar que los recursos permanezcan en la economía durante el mayor tiempo posible.
Más allá de las políticas europeas, en cada país existe una normativa diferente sobre economía circular y encontramos una gran disparidad entre ellos. Hay algunos que ya llevan varios años en el camino hacia la economía circular y otros que, sin embargo, acaban de abandonar la casilla de salida.
Holanda es uno de los países referentes en economía circular. El gobierno holandés tiene un proyecto ambicioso con el que busca convertirse en un país basado en la economía circular al 100% para el año 2050. “Una economía circular en los Países Bajos para 2050” recoge las acciones y estrategias a llevar a cabo para gestionar las materias primas, productos y servicios de forma más eficiente.
Dentro de este plan, en 2018 aprobaron una serie de agendas de transición centradas en 5 sectores, entre ellos el de la construcción, que acumula el 50% del consumo de materias primas en el país. Un año más tarde se traducían estas acciones en un conjunto de proyectos determinados para llevar a cabo entre 2019 y 2023. Entre los proyectos propuestos se incluye que todos los edificios gubernamentales construidos desde entonces deben de ser de cero emisiones y que se deben utilizar tantos materiales y recursos reciclados como sea posible en la construcción.
Para el año 2030 se espera reducir en un 50% el uso de recursos. 20 años más tarde, para 2050, poder contar con una economía 100% circular y libre de residuos. A pesar de que cada vez gana más protagonismo la economía circular en los Países Bajos, lo cierto es que la implementación a nivel nacional no es tan alta como debería. A nivel local, si que se han producido mayores avances, sobre todo en materia de energía sostenible.
Francia, nuestro país vecino, dispone de una legislación favorable y un claro discurso en economía circular y ecoinnovación. Varios proyectos como la hoja de ruta para la economía circular (2018) o la Ley de Transición Energética para el Crecimiento Verde (2015) han impulsado una economía circular, solidaria y social. La denominada Ley contra el despilfarro por una economía circular, aprobada en febrero de 2020, promueve la gestión y prevención de la producción de residuos, la mejora de la información al consumidor, la lucha contra el despilfarro y la reutilización de los recursos.
Según el Informe Circular Economy Network 2020, realizado por la Fundación Italiana de Desarrollo Sostenible, junto con COREPLA (Consorcio Nacional para la recogida, reciclaje y recuperación de envases de plástico) Italia se sitúa en las primeras posiciones de Europa en economía circular. La ley de presupuestos para 2020 recoge algunas medidas para cumplir con el Green Deal, estableciendo un fondo de inversión pública para promover proyectos innovadores en sostenibilidad, economía circular, turismo sostenible, descarbonización y mitigación del cambio climático. Italia es además uno de los países con los niveles más altos de la norma EMAS y en etiquetas ecológicas de la Unión Europea.
Hay un claro avance en las políticas y normativa aprobada, pero esto ha demostrado que todavía existen cambios estructurales necesarios para facilitar la transición hacia una economía verde y un uso eficiente de los recursos.
Alemania es un claro líder en la gestión de residuos, sin embargo aún le queda un largo recorrido para transformar su economía en un sistema circular de producción y consumo. La Estrategia de Desarrollo Sostenible, el Programa de Eficiencia de Recursos o el Programa Nacional para el Consumo Sostenible son algunas de las políticas aprobadas en el país germano. Pero, a pesar de los buenos resultados en la gestión de residuos, deben desarrollar un marco global que vaya mucho más allá y desarrolle en profundidad la economía circular.
Luxemburgo tiene entre sus prioridades la ecoinnovación y la economía circular y las administraciones públicas implementan numerosas medidas para lograr los objetivos en estas materias. Dentro de la denominada “Tercera Revolución Industrial (TIR)” la economía circular se entiende como un eje horizontal dentro de los 6 sectores principales: alimentación, industria, construcción, energía, movilidad y finanzas. Es un país comprometido con la economía circular y, además de las acciones establecidas a nivel nacional, trabajan en estrecha colaboración con los países vecinos.
En Bélgica el término de economía circular tiene una gran presencia en todos los sectores y cuenta con un importante apoyo del gobierno en todas las regiones del país. Entre los sectores más circulares destaca la construcción, uno de los que está haciendo mayores esfuerzos en términos de ecoinnovación. La actuación de los diferentes agentes muestra avances significativos, pero sigue siendo necesaria una implementación mayor de las políticas en el futuro para la integración total de la economía circular en el país.
En los últimos años, el gobierno portugués ha ido aprobando numerosos planes de acción que han ayudado al país en su transición hacia la economía circular, como el Plan de Açao para a Economía Circular em Portugal 2017-2020. Como resultado, las empresas, la administración pública y la sociedad en general han incrementado su interés y su concienciación con la gestión de los recursos. Sin embargo, hay que continuar poniendo en marcha instrumentos y herramientas que apoyen la innovación y la economía circular. Es importante ir eliminando las barreras existentes e impulsando la participación de todos los sectores.
En nuestro país, los mejores resultados se encuentran en la eficiencia de los recursos. Existen diversas políticas que promueven el desarrollo sostenible, el diseño ecológico, el reciclaje o la construcción sostenible, pero es habitual encontrar numerosas barreras que dificultan el avance hacia la economía circular. La falta de concienciación de la población, las barreras políticas y la falta de inversión pública y privada hacen más lenta la transición de la economía.
El pasado mes de junio (2020) se aprobó la Estrategia Española de Economía Circular: España Circular 2030, que se materializará a través de varios planes de acción trienales. El plan recoge y asienta las bases para el desarrollo de una economía sostenible, descarbonizada y competitiva, siguiendo la línea de las políticas nacionales y europeas. Entre los objetivos, se recoge la reducción en un 30% del consumo nacional de materiales, la reducción de la generación de residuos en un 15% o la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero por debajo de los 10 millones de toneladas de CO2.
La economía circular está cada vez más en boga en España, aunque todavía hay muchas medidas que están únicamente sobre el papel. En 2019, la consultora Kaizen Institute elaboró un estudio del que concluyeron que solo el 30% de las empresas están incorporando iniciativas sobre el uso de recursos, energías renovables o ecodiseño. La inversión para esas iniciativas alcanza además el 12% de los recursos destinados a proyectos, inversiones e iniciativas estratégicas.
Un modelo de economía circular implica cambios estructurales en las empresas y muchas de las PYMES españolas no se plantean esta transformación sostenible. Además, desconocen los múltiples beneficios que la economía circular trae consigo, no solo para el medioambiente, sino a nivel económico y social.
En el otro extremo encontramos a Chipre, Malta, Bulgaria o Rumanía, países que se encuentran a la cola en economía circular. A pesar de ello, en los últimos años están ejecutando varios proyectos en el campo de la ecoinnovación, el uso eficiente de los recursos, la eficiencia energética o las fuentes de energía renovable. Resulta necesario fomentar una mayor inversión y establecer políticas reales que contribuyan a avanzar hacia la economía circular.
En conclusión, vemos como la tendencia de la economía europea es dirigirse hacia la economía circular, pero todavía queda un largo camino por andar. Hay diferencias significativas entre los países y sus diferentes legislaciones, así como en la concienciación de la sociedad, las empresas y las administraciones públicas. Si queremos un futuro sostenible, resulta necesario un cambio real en todos los ámbitos, así como la creación de sistemas más robustos que nos guíen de manera real hacia la economía circular.
Las empresas son una parte fundamental para que un país lidere el cambio hacia la economía circular. En Construcía contribuimos con nuestro granito de arena dentro del sector de la construcción, aplicando nuestra metodología Lean2Cradle®. Entendemos los edificios como bancos de materiales y a través del Material Passport los identificamos, cuantificamos y ubicamos en el espacio constructivo para su recuperación al final del ciclo de uso. La construcción circular se basa en la ciclabilidad de los materiales, es decir, en su permanente circulación. De las 47.000 toneladas de materiales utilizados en nuestros edificios circulares, el 89% son considerados nutrientes y solo el 11% serán residuos. En el año 2019 un 20% de nuestra producción se basó en el modelo de economía circular. Poco a poco estamos incrementando este porcentaje, teniendo como objetivo alcanzar el 80% del total en el 2022.
Además, en Grupo Construcía contamos también con la consultora Eco Intelligent Growth, con la que animamos a otras empresas a sumarse al cambio. EIG es una organización acreditada para la evaluación de productos mediante el programa C2C CertifiedTM y ayudan a las empresas a mejorar los productos para hacerlos saludables y perpetuamente ciclables, contribuyendo con un modelo basado en la economía circular.