Noruega se caracteriza por tener una economía y una cultura centrada en el aprovechamiento de los recursos y su utilización de forma innovadora. Y la arquitectura, en este sentido, no podía ser una excepción. Ésta ha logrado la forma perfecta: usar materiales naturales que pueden perdurar durante siglos. El gran éxito de los arquitectos de este país nórdico radica en saber combinar las tendencias actuales en diseño con el uso de materiales naturales tradicionales como la madera, la piedra o el metal.
El interés de los vikingos por la construcción de viviendas y barcos de madera viene de lejos.
Como hemos visto en artículos anteriores, los edificios representan un gasto energético muy grande en todos los países desarrollados. Noruega no es una excepción. Los edificios representan el 40% de su uso energético. Es por ello por lo que es muy importante tomar medidas al respecto, y una de ellas es la construcción sostenible.
El concepto de casa pasiva, que es aquel tipo de construcción en la que se utilizan recursos de la arquitectura bioclimática combinados con eficiencia energética superior a la construcción tradicional, entró en el ámbito académico de Noruega alrededor del año 2000. Este concepto, ha contribuido a que, desde entonces, las viviendas de bajo consumo energético hayan ido teniendo cada vez mayor protagonismo. El primer proyecto de casa pasiva que se construyó en Noruega fue el conocido como Tromsøya , cuya construcción finalizó en diciembre de 2005.
Pero Noruega, como país líder en la eficiencia en la construcción y en la arquitectura sostenible, lo ha trasladado a complejos proyectos por tamaño y diseño como el de la ciudad de Brumunddal. Se trata de una localidad a 150 kilómetros de Oslo que alberga el proyecto constructivo más ambicioso de los que se han llevado a cabo en el país nórdico. Hablamos de Mjøstårnet el rascacielos de madera más alto del mundo, un edificio piloto que trata de demostrar que es posible construir edificios de altura con materiales respetuosos y que además supongan una reducción de hasta un 85% en la emisión de gases de efecto invernadero en la producción de esos materiales.
Está previsto que este rascacielos tenga una altura de 80 metros y 18 plantas que integrarán apartamentos, oficinas, un hotel y restaurantes. Se espera que abra sus puertas al público en marzo de 2019.
Arthur Buchardt es el creador de este proyecto con el que se quiere crear un símbolo verde que impulse a la construcción de edificios altos utilizando recursos y proveedores locales además de materiales sostenibles y renovables. Este innovador rascacielos ya ha recibido galardones como el Norwegian Tech Award 2018 y The New York Design Awards 2018.