La reciente COP28 celebrada en Dubái culminó tras dos semanas intensas de negociaciones que dejaron un acuerdo climático histórico en el que la ONU, por primera vez, insta a más de 200 países a reducir el uso de combustibles fósiles con el objetivo de lograr emisiones netas cero para 2050, marcando un hito en la lucha contra la crisis climática.
Sin embargo, este acuerdo no está exento de críticas y desafíos que podrían comprometer su efectividad. Su falta de requisitos concretos para la eliminación gradual de los combustibles fósiles ha generado inconformidad. Más de 100 países, incluidos Estados Unidos y la Unión Europea, abogaron por un enfoque más ambicioso que, finalmente, no se logró materializar.
Las lagunas o “loopholes” en el acuerdo han suscitado preocupaciones, especialmente en torno a la inclusión de tecnologías como la captura y almacenamiento de carbono. Cuestionada por su viabilidad a gran escala y considerada, por algunos, como una distracción de la reducción directa del uso de combustibles fósiles, esta opción permite a los países continuar quemando combustibles fósiles sin una transición clara.
La evaluación preliminar del documento final de la COP28 revela un terreno complejo de avances y carencias en el camino hacia la ambición climática y la alineación con la senda del 1,5 ºC. Desde una perspectiva crítica, se perfilan algunas luces y sombras sobre los desafíos y las oportunidades planteadas por este acuerdo histórico. Como resumen, desde Grupo Construcía, te facilitamos algunas de las conclusiones más relevantes sobre este evento histórico.
Una transición alejada de los combustibles fósiles
Aunque el acuerdo final no aborda de manera explícita la eliminación progresiva de los combustibles fósiles, la formulación "transition away" interpela a los países industrializados y a los emisores históricos, instándolos a liderar iniciativas en esta dirección. Además, se exhorta a acciones clave, como triplicar las energías renovables y duplicar la eficiencia energética para 2030.
Referencia positiva a las emisiones de metano
La valoración positiva recae en la mención de "reducir sustancialmente las emisiones distintas del dióxido de carbono a nivel mundial, incluidas en particular las emisiones de metano para 2030". Sin embargo, la falta de fechas y metas concretas genera incertidumbre sobre la implementación real de estas medidas.
Fomento de tecnologías de reducción y eliminación
Se destaca la inclusión de tecnologías de “reducción y eliminación”, como la captura, utilización y almacenamiento de carbono, así como la producción de hidrógeno con bajas emisiones de carbono, especialmente en sectores difíciles de reducir.
Ambigüedades en el programa de trabajo de mitigación
Aunque se han acordado los próximos pasos del Programa de Trabajo de Mitigación, este carece de señales claras sobre la velocidad y la acción necesarias para abandonar los combustibles fósiles. Este programa debe convertirse en el epicentro de las futuras negociaciones, lo que plantea interrogantes sobre la firmeza de los compromisos.
Estancamiento en el artículo 6 del Acuerdo de París
Las negociaciones sobre el artículo 6, relacionado con el comercio de reducciones de emisiones entre países, no arrojaron un acuerdo sólido. Se percibe esta falta de avance como una elección menos favorable que aceptar salvaguardas medioambientales y sociales débiles.
Desafíos persistentes en la financiación climática
Aunque se insta a los países desarrollados a cumplir plenamente el objetivo de 100.000 millones de dólares anuales hasta 2025, la realidad muestra que este compromiso aún no se ha cumplido. Las contribuciones siguen siendo insuficientes, lo que subraya la necesidad urgente de fuentes innovadoras de financiación climática.
Obstáculos en el nuevo objetivo colectivo cuantificado
Las negociaciones para el sucesor del objetivo de los 100.000 millones de dólares han sido lentas e improductivas. La falta de avances conduce a un resultado de procedimiento sobre el proceso en 2024, ejerciendo presión sobre la COP29. Esto plantea dudas sobre la capacidad de alcanzar este objetivo vital.
Déficits en el Fondo de Pérdidas y Daños
A pesar de las deficiencias en su diseño, el Fondo de Pérdidas y Daños ha permitido apalancar contribuciones iniciales. Sin embargo, las aportaciones de los países desarrollados siguen siendo insignificantes en comparación con la magnitud del problema. La introducción de un informe de síntesis periódico sobre pérdidas y daños destaca las lagunas existentes.
Limitaciones en el Objetivo Global de Adaptación (GGA)
Aunque se ha proporcionado orientación sobre el GGA, carece de objetivos globales tangibles y compromisos suficientes, especialmente en términos financieros.