La calidad del aire interior de los edificios está adquiriendo en los últimos meses más protagonismo que nunca. Más allá de la pandemia, la calidad del aire interior siempre ha estado presente a la hora de diseñar un espacio, pero es ahora cuando los usuarios empiezan a tomar conciencia de su importancia. Y es que la realidad es que pasamos el 90% de nuestro tiempo en espacios interiores. La calidad del aire interior puede influir no solo en la salud de los ocupantes del edificio, sino también en su productividad y bienestar emocional. Una calidad óptima contribuye a mejorar la circulación sanguínea, facilita el descanso y reduce la facilidad con la que se propagan los patógenos transportados por el aire.
Este es el punto de partida ya que la calidad del aire interior de un espacio depende mucho de los materiales instalados en él. Cientos de compuestos orgánicos volátiles (COV) se encuentran en los productos cotidianos de los edificios: desde pinturas hasta suelos, pasando por mobiliario y tapicería. Para mitigar los problemas asociados a los COV es imprescindible la evaluación previa de la composición de los materiales y la elección, siempre que sea posible, de productos con certificación sostenible, como el Cradle to Cradle Certified. Una de las premisas de nuestra metodología Lean2Cradle® es precisamente el Cradle to Cradle, que nos garantiza que los materiales instalados son saludables y seguros, llegando a analizar todo el componente químico del producto a nivel molecular, hasta los 100ppm.
La optimización de la ventilación del espacio es fundamental para contribuir a la mejora de la calidad del aire interior. Según el National Institute for Occupational Safety and Health (NIOSH), en más del 50% de los estudios realizados en edificios, los problemas eran causados por una inadecuada ventilación. Es importante contar con un sistema de ventilación que aporte el suficiente caudal de aire exterior para evitar la formación de elevadas concentraciones de contaminantes. El Código Técnico de la Edificación (CTE) y el Reglamento de Instalaciones Térmicas de los Edificios (RITE) recogen los valores mínimos para el caudal del aire exterior de ventilación en función de las condiciones del espacio.
La ventilación de control de demanda (DCV) es el medio más común para introducir el aire exterior necesario para diluir las altas concentraciones de CO2 y lo recomendado es que los niveles de CO2 de un espacio interior no superen los 1000PPM, ya que esto puede provocar una reducción de la energía y el rendimiento de los ocupantes. Hay que considerar sistemas de filtración de aire de partículas de alta eficiencia para lograr mejorar la limpieza del aire. También es importante controlar la renovación de aire mecánicamente de todas las estancias, preferiblemente a través de la ventilación mecánica de aire 100% exterior (sin recirculación) con recuperación de calor (mejor con recuperadores estáticos, no rotativos) en función de los caudales establecidos en el Código Técnico de la Edificación.
La temperatura y la humedad son dos de los factores que también tienen influencia en la calidad del aire interior. En un informe de la Organización Mundial de la Salud relativo a la humedad y el moho, recogen que altos niveles de humedad del aire pueden provocar el crecimiento de ácaros de polvo y hongos, mayor cantidad de bacterias y acelerar la degradación química de ciertos materiales de construcción, aumentando así la emisión de COV, incluyendo formaldehido. Los niveles óptimos de humedad se sitúan entre el 40% y el 60% para una temperatura del aire de 20ºC-22ºC, lo que puede reducir considerablemente el crecimiento de moho y la transmisión de virus en hasta un 70%.
En definitiva, una buena calidad del aire interior puede mejorar la salud y la productividad de los ocupantes de un edificio, minimizando la propagación de bacterias y patógenos que se transportan por el aire. Uno de los aspectos más importantes de nuestra metodología Lean2Cradle® es la apuesta por la salud de las personas, construimos poniendo el foco en los usuarios que ocuparán el edificio. Con su aplicación ayudamos a conseguir crear espacios saludables y seguros que impacten positivamente no solo en las personas, sino también en el medio ambiente y en la economía.